La verdadera historia del MAGO MERLIN II /El encuentro con el lobo, y la manada )

                                                    

El encuentro con el lobo y la manada


Sun Moon

                                                                                I 

       A pocos   metros de distancia de donde yo dormitaba, ella encontró un árbol panzudo que vivía allí desde muchos años antes que yo naciera.  

     Pude ver como con una piedra puntiaguda corto la vieja corteza del árbol milenario que se sentía débil debido a los crudos inviernos vividos y había quedado hueco, y la apoyó junto al tronco con sumo cuidado para que le sirviera de puerta. Después de inspeccionar el interior y limpiarlo con escrupuloso esmero decidió ir en busca de musgos y hojas secas, para acondicionar un lecho seco y mullido.

       Llego acompañada por una mujer joven, de rostro fresco como las gotas de agua al amanecer. Las dos tenían un cierto parecido, sobretodo en la forma y en el color de sus ojos. 

     Sus ojos rebosaban naturaleza, su verde azulado, recordaban el color del mar allí donde las aguas son poco profundas y en su transparencia el cielo se refleja. Su forma redonda cerca del lagrimal parecían las lentes de un faro cuando su luz  se va transformando en alargada, apuntando hacia un horizonte imaginario. Su mirada  al principio intensa y prolongada, con las cejas ligeramente levantadas, indicaba que estaba estudiando con premurosa atención el entorno en el que iba a vivir, lo que éste le  sugería y que ella comunicaba con la expresion de su cara. Necesitaba asegurarse que era el lugar adecuado para establecerse que ninguna fuerza negativa pusiera en juego su supervivencia.

    La mujer que le acompañaba guardaba silencio, sus ojos parpadeaban muy rápidos esquivando los de la niña, y a pesar de que sus labios se movían, no conseguía articular ningún sonido coherente que desde su garganta pudieran expresar sus sentimientos, solo los pasos que se habían ralentizado y se escuchaban al esquivar las raíces del roble sugerían que ambas estaban unidas en la calma.

    La pupilas de la niña se dilataron con satisfacción al ver el interior del árbol, sin duda sintió una atracción fascinante  por el roble, era el lugar adecuado, en su interior se entremezclaban el olor a humedad con el calor que emanaba de su corteza, olía a hogar,  su nuevo hogar, en el se sentía protegida, reconfortada, con el poder de su magia y la del roble lo irían acondicionando por dentro y poco a poco encontrarían un lugar para cada cosa. 

     La ojos abiertos de par en par de la niña dejaban ver su pupila de inocente seguridad, los parpados iban cayendo con el peso de la tristeza de la separación que  se acercaba con la imposibilidad de esquivar,  lo inevitable. La imagen de la despedida hicieron que afloraran unas lagrimas tan blancas y transparentes como su piel. El canto ligero de un pájaro entre el ramaje del roble, distrajeron sus pensamientos de la idea de la soledad temporal de su misión y la alegría afloró de nuevo a sus templados labios.

    Mientras la niña distraida e ilusionada inspeccionaba el atrayente interor del tronco, la mujer joven, con una expresion de tormentosa desdicha se giro rapidamente, alejandose de la niña y dirijiendo sus pasos hacia la salida del bosque y sin dejar de volverse de vez en cuando, examinaba con el corazon roto, la distancia  entre ellas que se iba agrandando por momentos, sin remedio. 

    No pude evitar estremecerme cuando las vibraciones de los sentimientos de la mujer tensos y doloridos por el sufrimiento de la separacion  me llegaron envueltos por la sensacion del miedo y la resignacion.


      Blaidd llegó acompañado de su manada y apoyando con fuerza sus patas con  garras grises y afiladas como el acero pulido, en un montículo alfombrado de hierba fresca bañada por el relente de la noche, soltó un aullido con un timbre de llamada lleno de emotividad contenida. Sus músculos se tensaron ante la duda de si tendría respuesta. Al instante, antes de que su mirada tuviera tiempo de transformarse en desasosiego, la puerta del roble se abrió, tranquilizando a Blaidd y a sus seguidores, que llenaron sus pulmones con el aire fresco de la noche y lo dejaron escapar con una bocanada de satisfacción, La niña a pesar de su corta edad caminaba hacia el lobo con la seguridad de quien va a encontrarse con un  viejo amigo, con paso rápido y con pies de plomo, cuando llego a su altura se agachó y con las brazos temblorosos por la tensión del encuentro le rodeó el cuello que apretó con todas sus fuerzas, fundiéndose en un abrazo de calor. En ese momento un rayo de luna iluminó la escena. Los cuerpos de la diosa niña y el lobo se fundieron en una sola sombra formando una única figura.

       El grupo de lobos con una actitud digna de la ceremonia que se aproximaba, no podían apartar los ojos de la escena, con la mirada hipnotizada, se habían quedado paralizados. sin pestañear, envueltos  por la emoción de los amigos.  Los dedos de la pequeña se deslizaban entre el suave y sedoso pelaje del cuello del lobo y lo aferraba con fuerza mientras le decía – no esperaba que vinieras tan pronto. -Tan pronto me dices, acaso no llevamos esperando este momento desde la creación del tiempo. Los Elfos de la luna me dieron la noticia de tu llegada esta mañana. Ellos, ahora mismos estan celebrando tu llegadas, ¿no los olles?. Ella alzo su cabeza y el silbido de los fuegos artificiales acarició su oído mientras lo recorrían.

       La niña se acercó aun mas a Blaidd y lo estrechó con más brío todavía, el pelo gris, que le cubría adherido a su piel se estremeció y se arrizó como las puntas de las hojas de los arboles que señalaban la luna. Cuando sus miradas se cruzaron, sobraron las palabras, las pupilas dilatadas de color miel del lobo expresaban con una sinceridad directa, sus sentimientos de adopción de la muchacha a su manada, donde estaba implícito que la cuidaría dándole protección, que pondría con bondadosa generosidad a su disposición toda su sabiduría y que a la vez seria su guía. 

Sus miradas hablaban mientras se abrazaban, brillantes bajo la luz complacida de la luna. Ella por su parte también lo protegería a él y a los suyos, no les faltaría comida durante la dura estación blanca. Los movimientos de los ojos de los dos acentuaban las palabras en la quietud de la noche donde los sentimientos a flor de piel se contagiaban  envolviendo  a los testigos con su pacto, que acelerándose los corazones se unieron en un solo latido.

 Ante tanto regocijo, los lobos no pudieron reprimir la emoción ni un segundo más y se dejaron llevar por el impulso de aullar a la luna con un canto de alegría melancólica, mientras entornaban los ojos con satisfacción.

                                                                          

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                                                                      II

Me espabile a eso del medio día, el frío todavía se dejaba sentir y no había apenas vida por los alrededores,  observé y lo recuerdo con minuciosidad, porque me llamó  mucho la atención, que entre las fisuras de la corteza, en la base del árbol habían florecido unos ramilletes de pensamientos, flores que no eran comunes en este bosque, y que ya nunca abandonarían el anciano tronco, estaban siempre frescas y perfumadas, como si su principal y único fin, fuera conseguir que la muchacha tuvieran una existencia alegre y benévola.

      Lo que menos me imaginaba en esos momentos, era que mi vida estaría ligada durante muchos años a esta chiquilla, y que sería testigo de una de las historias de amor, que más leyendas ha dado a la literatura medieval.

      No pude dejar de conmoverme al ver como esa niña que se estaba convirtiendo en mujer, se resignaba dichosa a su destino y luchaba con todas sus fuerzas para cumplirlo. En este momento no lo podía entender pero los acontecimientos con el tiempo me revelarían su naturaleza mitológica y de leyenda donde el destino proyecta tu vida, si bien no te aprisiona y te da un respiro para modificarlo o romperlo.

       No tardaron los ciervos del bosque de percatarse de su presencia, se acercaron por la noche cuando ella descansaba adormecida dentro del árbol. En su primera visita le dejaron unas castañas recién abiertas a la orilla de la puerta, y unos arándanos que habían recogido con delicadeza, con sus bocas para no estropearlos. Por la mañana, nada mas levantarse al abrir la puerta se llevó una gran sorpresa y se los comió con gran deleite, mientras su pensamiento se fijaba en lo ocurrido la noche anterior, y miraba la entrada del  camino del bosque esperando la aparición, quizás de su madre.

    Después de una semana de la llegada de la niña, ya me había acostumbrado a su presencia y no perdía detalle de todos sus movimientos y todo lo escribía en mi diario con mi memoria de roca, lo que hacía, decía o quien venía a visitarla, y de momento, solo las criaturas del bosque y una mujer joven, que no pude verle el rostro porque lo llevaba envuelto en su manto habían venido a visitarla.                                                                            

Continuará

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